San Aniceto, XI Papa y Mártir
Abril 20
11 -San Aniceto: Siria; 155-166.
Nació en Siria. Mártir. Elegido en el 155,
murió en el 166. Promulgó un decreto que impedía al clero dejarse crecer el
pelo. Confirmó definitivamente la celebración de la Pascua en Domingo, según la
tradición de San Pedro.
Martirologio
Romano: En Roma, san Aniceto, papa, que recibió fraternalmente como
huésped insigne a san Policarpo, para tratar juntos acerca de la fecha
de la Pascua (c. 166).
Etimológicamente: Aniceto = Aquel hombre de gran fuerza, es de origen griego.
Las
noticias que tenemos sobre su vida son pocas. Es el décimo sucesor de
San Pedro; fue Papa entre San Pío I y San Sotero; rigió a la Iglesia por
el tiempo que duran once años- desde el 155 al 166- y era originario de
Emesa, en Siria.
Las circunstancias en las que trabajó vienen
dadas por la situación social, política, económica y cultural de la
época. En el siglo II se utilizaba el griego como lengua cultual; los
Papas suelen ser provenientes de familias humildes del pueblo; ser
elegido para ese servicio era elección para el martirio (hasta el siglo
IV todos los Papas dieron su vida por la fe).
El cuidado o
servicio a los hermanos tenía que ser intenso, sacrificado, valiente,
generoso y muy exigente pero lleno de bondad. Los discípulos de Jesús
que aumentaban cada día llevaban aún una existencia precaria aún en los
períodos de paz. Incluso con los Antoninos, la muerte para el cristiano
podía estar detrás de cualquier acusación o acontecimiento; hasta el
estoico Marco Aurelio pensó que la paciencia de los mártires cristianos
era fanatismo.
Había que esforzarse en llevar a los paganos el
misterio, porque el Reino era también para darlo a ellos. Fué preciso
contrarrestar a los pensantes paganos listos que, con sarcasmo, ironía y
calumnia, ridiculizaban el espíritu y vida de los cristianos. Por eso
la fe se hizo, además, apología.
A los cuidados hacia fuera hay
que añadir la atención primaria de la grey con los problemas que surgen
desde dentro. Ya pululaban por doquier versiones cristianas de fe que no
coincidían con el genuino modelo y era preciso mantener a cualquier
precio la pureza de la fe recibida. Esa era la situación del complejo
sistema que luego se llamó gnosticismo -se tienen por cristianos y
enseñan el secreto conocimiento de lo divino, reciben influencias
platónicas y de religiones dualistas persas, forman grupos cerrados,
niegan la muerte expiatoria de Jesús y rechazan la resurrección del
cuerpo terrenal-.
Marción era gnóstico, vivió en Roma y en tiempo
del Papa Aniceto; decía que había dos principios: el bueno era Dios y
el espíritu maléfico creó el mundo, la materia y el cuerpo; se hizo rico
con negocios navieros; hacía estrago entre los cristianos sembrando
confusión y negando el valor del cuerpo con su rigorismo extremo.
En estos cuidados discurrió la vida de Aniceto.
Hubo
un asunto peculiar que merece comentario. Policarpo viene a Roma para
tratar con el Papa un tema serio. Él fue en su tiempo discípulo directo
de San Juan, el apóstol joven, y ahora es el obispo de Esmirna. Con sus
ochenta y cinco años quiere dejar acordada la fecha de la principal
fiesta cristiana. Los de Oriente siguen la tradición joánica, mientras
que los de Occidente siguen la tradición de Pedro. No llegaron a ponerse
de acuerdo. Es una cuestión -la de la Pascua- que tardará en resolverse
hasta el concilio de Nicea. Pero se despiden en comunión sin romper la
unidad ni quebrantar la caridad ¡Todo un ejemplo!
No hay datos
explícitos y concluyentes sobre el lugar y modo de su tránsito. El Liber
Pontificalis -aunque empleando una expresión extraña por lo inusual- lo
coloca entre los mártires; luego, la tradición constante de los
martirologios habla de martirio y señala la fecha del 17 de abril,
aunque no es unánime. En lo referente al lugar de su enterramiento, se
señala en cementerio de san Calixto, donde con frecuencia se enterró a
los Papas.
La reliquia de su cabeza fue entregada al arzobispo de
Munich, Minucio, en el año 1590, y se venera en la iglesia que rigen
los jesuitas en la ciudad. Los restos reposan en el sarcófago que
soporta el altar Mayor -el que consagró el cardenal Merry del Val en
1910- de la capilla del Pontificio Colegio Español de Roma; fueron
traslados al que entonces era palacio renacentista de los duques de
Altemps, en el año 1604. Por eso, en la bóveda está pintada, entre
guirnaldas barrocas y múltiples amorcillos, la apoteosis de San Aniceto,
con capa desplegada y ascendiendo al cielo.
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
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