Pío XI, Papa
Ambrogio Damiano Achille Ratti
259 -Pio XI (Achille Ratti): Desio (Milan); Febrero 6 (12), 1922 - Febrero 10, 1939.
Ambrogio Damiano Achille Ratti nació el 31 de mayo de 1857 en Desio cerca de Milán, Italia, en el seno de una familia acomodada y muy respetada. Falleció el 10 de febrero de 1939. Papa 1922 - 1939.
259 -Pio XI (Achille Ratti): Desio (Milan); Febrero 6 (12), 1922 - Febrero 10, 1939.
Ambrogio Damiano Achille Ratti nació el 31 de mayo de 1857 en Desio cerca de Milán, Italia, en el seno de una familia acomodada y muy respetada. Falleció el 10 de febrero de 1939. Papa 1922 - 1939.
Desio, 1857 - Roma, 1939) Papa romano bajo
cuyo pontificado (1922-1939) se dio solución a la "cuestión romana" en el
Tratado de Letrán, según el cual se reconoce el Estado independiente del
Vaticano y se regulan las relaciones de la Santa Sede con el entonces Reino de
Italia.
Hijo de un hilandero, realizó sus estudios de secundaria en el seminario
diocesano y su carrera sacerdotal en Roma, donde fue ordenado sacerdote en 1879.
Doctor en Derecho Canónico y Teología, regresó a Milán y durante cinco años
ocupó la cátedra de Elocuencia Sacra en el seminario, para pasar luego a ser
Prefecto de la Biblioteca Ambrosiana, donde permaneció durante 26 años. Aquí
desarrolló una intensa actividad literaria y científica, por la que se dio a
conocer no sólo en Italia sino también en el extranjero.
Entre sus estudios de carácter estrictamente religioso destacan Acta
Ecclesiae Mediolanensis (tres volúmenes) y la revisión del Missale Ambrosianum.
Durante sus vacaciones, gustaba de los viajes instructivos por Europa y de las
excursiones alpinas, afición que más tarde recordaría al nombrar a San Bernardo
de Menton como patrono especial de los montañistas. En 1914 fue nombrado
prefecto de la Biblioteca Vaticana. Visitador y nuncio apostólico del papa en
Polonia (1918-1920), fue nombrado arzobispo de Milán y cardenal en 1921, cargo
que a penas pudo estrenar, pues el 6 de enero del año siguiente era elegido
sucesor de Benedicto XV en el solio pontificio.
Pío XI ha pasado a la historia principalmente por la "Conciliación" entre
la Santa Sede y el Estado italiano que tuvo lugar durante su papado. La tensión
se había originado con la unificación de Italia en la segunda mitad del siglo
XIX, por la cual la Santa Sede perdió los Estados Pontificios y se produjo la
ruptura entre aquélla y el Estado italiano.
Desde su primera encíclica (Ubi arcano Dei, diciembre de 1922), Pío XI manifestó su deseo de zanjar la cuestión "en una paz verdadera y, por lo tanto, no separada de la justicia". Las circunstancias parecían propicias, pues el gobierno de Benito Mussolini (primer ministro del rey Víctor Manuel III) había dado muestras de acercamiento a la Iglesia.
Desde su primera encíclica (Ubi arcano Dei, diciembre de 1922), Pío XI manifestó su deseo de zanjar la cuestión "en una paz verdadera y, por lo tanto, no separada de la justicia". Las circunstancias parecían propicias, pues el gobierno de Benito Mussolini (primer ministro del rey Víctor Manuel III) había dado muestras de acercamiento a la Iglesia.
Las conversaciones, que comenzaron en la reunión de Asís del día 4 de
octubre de 1926, estuvieron dirigidas por el cardenal Pietro Gasparri como
secretario de Estado de la Santa Sede y Benito Mussolini como primer ministro
del rey de Italia. Tras dos largos años de conversaciones, el día 11 de febrero
de 1929 se firmó el Tratado de Letrán, en el cual se recogieron tres
convenciones: a) un Tratado Político, por el que se constituía de forma neutral
e inviolable el Estado de la Ciudad del Vaticano; b) una Convención Financiera,
por la cual el Estado italiano compensaba económicamente a la Santa Sede por la
renuncia al Patrimonio de San Pedro; c) un Concordato, que regulaba las mutuas
relaciones entre la Santa Sede y Estado de Italia.
Pío XI destacó como gran animador de las misiones y como mecenas de las
ciencias en las más variadas expresiones. En el primer aspecto, unificó el
movimiento misionero en torno a las Obras Misionales para la Propagación de la
fe, para la Santa Infancia y para el Clero indígena; creó el Museo Misionero en
el palacio de Letrán (Roma); consagró en Roma a los primeros obispos chinos y
japoneses e instituyó 78 nuevas misiones en tierras de infieles.
Pero su interés por las misiones abarcó también la orientación, el estímulo
y el espíritu de las mismas: insistió en que el misionero no debe presentarse ya
como una avanzadilla de poderes políticos europeos, ni el catolicismo debe
aparecer como una religión importada de Europa, sino que debe adaptarse a las
realidades de cada región. Por todo ello mereció el apelativo de "papa de las
Misiones".
Como mecenas de las ciencias reformó, adaptándolos a las exigencias de los
tiempos, los programas de seminarios y universidades católicos, con la
constitución apostólica "Deus scientiarum Dominus" (1931); fundó el Instituto
Pontificio de Arqueología Cristiana; instaló una emisora de radiodifusión en el
Vaticano, que él mismo inauguró el 12 de febrero de 1931 con su mensaje "Qui
arcana Dei"; fundó la Academia Pontificia de las Ciencias, con 70 miembros
escogidos de entre los más ilustres científicos del mundo.
Las otras encíclicas suyas nos dan también razón de sus grandes
preocupaciones. Las más notables son (además de las ya mencionadas) Divini
illius Magistri (1929), sobre el derecho de la Iglesia a la educación cristina
de la juventud; Casti connubii (1930), sobre el matrimonio y la familia
cristiana; Quadragessimo anno (1931) -recordando los cuarenta años de la Rerum
novarum de León XIII-, en la que insiste en la instauración de la sociedad según
los principios de la religión cristiana; Acerba animi (1932), denuncia de las
injustas condiciones a que fue sometida la Iglesia católica en Méjico; Mit
brennender Sorge (Con viva preocupación, 1937), una explícita condena de las
doctrinas nazis, así como las comunistas serían condenadas en la Divina
Redemptoris promissio, que salió cinco días después; y Dilectissima nobis
(1933), en la que, reflexionando sobre la situación que vivía España en aquellos
días, defiende la libertad y la civilización cristiana.
Hondamente preocupado por el imparable ascenso del nacionalsocialismo de
Hitler, consintió en establecer con él un concordato en 1933, concordato que el
Führer no respetó ni siquiera en sus principios. Las relaciones estaban ya rotas
cuando Hitler visitó a Mussolini en Roma (mayo de 1938) y se abstuvo de visitar
el Vaticano. Angustiado por el terrible huracán que veía impotente cernirse
sobre Europa, Pío XI ofreció su vida a Dios "por la paz y la prosperidad de los
pueblos", y murió justo antes de que estallara la II Guerra Mundial.
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Fuente: biografiasyvidas.com
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