Desde Inocencio III, cada papa de la Iglesia católica ha tenido su propio escudo, que le ha servido como insignia de su papado.
Al menos desde hace ocho siglos los Papas tienen su propio escudo personal
–el primero que se conoce es el del Papa Inocencio III (1198-1216)-, que es
distinto, evidentemente, del escudo vaticano. Los símbolos de todo Papa son
siempre la tiara o la mitra y las llaves de San Pedro (una de oro, que
representa el poder celestial y otra de plata, representando al poder temporal)
y es partiendo de aquí de donde, después, cada uno añade aquellos símbolos que
le caracterizan a sí mismos y a su papado.
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