Beato Gregorio X, CLXXXIV Papa
Enero 10
184 -Beato Gregorio X (Teobaldo Visconti): Piacenza; Septiembre 1, 1271 (Marzo 2, 1272) - Enero 10, 1276.
Nació en Plasencia. Elegido el 27.III.1272, murió el 10.I.1276. Después de casi tres acuerdos con el Cónclave de Viterbo, el pueblo exasperado destejó el techo poniendo a los cardenales a pan y agua hasta que se decidieran. Proclamó el 14º Concilio Ecuménico.
Martirologio Romano: En la ciudad de Arezzo, en la Toscana (hoy
Italia), beato Gregorio X, papa, que, siendo arcediano de Lieja, fue
elevado a la sede de Pedro, desde donde favoreció enérgicamente la
comunión con los griegos, y para aplacar las divergencias entre los
cristianos y recuperar Tierra Santa, convocó el Concilio II de Lyon
(1276).
La personalidad de Teobaldo
Visconti, que fue papa desde 1272 hasta 1276 con el nombre de Gregorio
X, demuestra la verdad de la afirmación de san Pablo: Dios elige lo que
es débil al parecer de los criterios corrientes de los hombres, y sabe
darle el vigor necesario para llevar a cabo su plan.
Hombre de
natural retraído, especialista en derecho canónico, había nacido en
Piacenza (Italia) hacia 1210. Nombrado sucesivamente diácono de la
catedral de Lyón y arcidiácono de la de Lieja, coherente con la
conciencia que lo asistía de su escasa experiencia pastoral, rechazó el
obispado de su ciudad natal que le ofrecía el papa Inocencio IV. Sin
embargo, la Santa Sede le encomienda más tarde la predicación de una
cruzada, con el objeto de recuperar los santos lugares para la
cristiandad. Siendo ya un hombre mayor, recibió en Palestina, donde
promovía el movimiento armado, la noticia de su designación como papa.
Ordenado en Roma como presbítero y obispo, subió a la cátedra de Pedro
el 27 de noviembre de 1272.
En aquellos años se organiza un
concilio ecuménico en la ciudad de Lyon, del cual participan los
griegos, con quienes no existía ya, desgraciadamente, comunión perfecta.
Las circunstancias políticas favorecieron una declaración de unidad por
parte de aquella asamblea sinodal; pero este instrumento tuvo validez
efímera, dado que la fórmula adoptada adolecía de imprecisión en sus
términos.
Este fracaso de Gregorio X en sus propósitos nos
recuerda que la cruz no puede estar ausente en el camino del que sigue a
Cristo. El fracaso crucifica los propios esfuerzos y los anhelos
íntimos, pero nos conduce a levantar la mirada del Padre y su
misericordia. La unidad que intentó instaurar Gregorio era un bien
inapreciable, por el cual pugna el Espíritu de Dios, animando a los que
creen en un solo Señor Jesucristo. Pero las motivaciones humanas muchas
veces, como esta vez, no están suficientemente purificadas para servir
de vehículo eficiente al impulso del Espíritu.
La fugaz
reunificación obtenida por el segundo concilio de Lyon ha quedado como
memorial de que la unidad es posible entre los cristianos, en particular
entre los de Oriente y Occidente; pero también de que su autor es Dios y
no las conveniencias humanas. Gregorio X murió, con las palabras del
arcángel Gabriel en sus labios, el 10 de enero de 1276. Sobre su vida
llena de amor a la oración y a la limosna escribió el papa Benedicto
XIV.
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Fuente: E W T N
Jesús, desde el inicio de su vida pública, atrae a muchas personas que se convierten en sus discípulos. Los discípulos lo siguen, quieren escuchar, aprender. Unos serán fieles siempre, otros en un momento dado le darán la espalda. Jesús escoge de entre sus discípulos a los doce apóstoles, a quienes les dará una misión muy importante: Continuar la Misión. San Pedro, la piedra sobre la cual se edifica la Iglesia
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