c. 170 Roma, Fallecimiento c. 236 Cerdeña
Martirologio Romano: Santos mártires Ponciano, Papa, e Hipólito, presbítero, que fueron
deportados juntos a Cerdeña, y con igual condena, adornados, al parecer, con la
misma corona, fueron trasladados finalmente a Roma, Hipólito, al cementerio de
la vía Tiburtina, y el papa Ponciano, al cementerio de Calisto (c. 236).
Hipólito de Roma u obispo Hipólito (latín: Hippolytos episcopus) fue un
escritor de la Iglesia cristiana primitiva. Al parecer fue elegido como el
primer antipapa en 217, pero murió reconciliado con la Iglesia el 235 como un
mártir, por lo que ahora es honrado como un santo.
El misterio que envuelve a la persona y los escritos de Hipólito, uno de
los más prolíficos escritores eclesiásticos de los primeros siglos, fue
desvelado un poco por primera vez a mediados del siglo XIX por el descubrimiento
de su Philosophumena. Asumiendo que este trabajo sea obra de Hipólito, la
información dada en él respecto al autor y su época puede combinarse con otras
fechas conocidas para tener un esquema de su vida razonable.
Vida
Hipólito debe haber nacido en la segunda mitad del siglo II, probablemente
en Roma. Focio lo describe en su Bibliotheca (cod. 121) como un discípulo de
Ireneo y a este como discípulo de Policarpo de Esmirna. Pero esto no es seguro,
e incluso si lo fuera, no implica necesariamente que Hipólito haya disfrutado a
título personal de la enseñanza del célebre obispo galo. Quizás el pasaje apunta
simplemente a poner de relieve el vínculo existente entre su sistema teológico
con aquel de Ireneo, lo que por otra parte surge fácilmente de sus
escritos.
Presbítero de la Iglesia de Roma en la época del Obispo Ceferino, Hipólito
se distinguió por su cultura y elocuencia. Fue en esa época que el entonces
joven Orígenes, escuchó sus prédicas. Probablemente poco tiempo antes que
cuestiones de teología y de disciplina eclesiástica provocaran conflictos
directos con Ceferino o con su sucesor Calixto I.
Hipólito acusó al obispo de favorecer la herejía cristológica de los
monarquianistas y de dañar la disciplina de la Iglesia por su laxo accionar al
permitir el reingreso a la Iglesia a antiguos miembros excluidos en razón de
ofensas graves. El resultado fue un cisma y es probablemente por tal razón que
Hipólito se alejó de la Iglesia durante unos diez años liderando una
congregación separada. Durante las persecuciones del emperador Maximino el
Tracio del año 235 , Hipólito y Ponciano, que era entonces papa, fueron exilados
a Cerdeña, donde murieron.
Surge de la así llamada "Cronología del año 354" (más precisamente
Catalogus Liberianus) que un 13 de agosto, probablemente del año 236, los
cuerpos de los exilados fueron enterrados en Roma, el de Hipólito en el
cementerio de la Via Tiburtina. Esto lleva a suponer que antes de su muerte fue
recibido nuevamente en el seno de la Iglesia. Esto estaría además confirmado por
el hecho que desde entonces su memoria es venerada en tanto que santo y
mártir.
El papa Dámaso I le dedicó uno de sus famosos epigramas. Prudencio
transpuso elementos del mito griego del hijo de Teseo Hipólito, cuyo nombre en
griego significa "el que desata los caballos" y que murió según el relato
mitológico arrastrado por sus caballos, a su relato sobre la muerte del Santo
cristiano. Así, describió de manera conmovedora el cruel suplicio del Hipólito
histórico, lo que es casi con certeza una leyenda. Por tales razones, se
transformó en el santo patrón de los caballos. Durante la edad media, los
caballos enfermos solían ser llevados a St Ippolitts, en Hertfordshire
(Inglaterra) donde una Iglesia le había sido consagrada.
En los tiempos que siguieron, poco quedó de la memoria del Hipólito
histórico. Ni Eusebio de Cesarea ni Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) supieron
que el autor tan leído en el Este y el santo romano eran una misma y única
persona. Muchos estudiosos estimaban que ello no era probable argumentando que
diferentes niveles de desarrollo de la doctrina de la Trinidad eran indicadores
de épocas de escritura diferentes. El comentario del "Chronicon Paschale"
contiene solo ligeras reminiscencias de los hechos históricos, como el hecho que
la sede episcopal de Hipólito estaba situada en Portus en las cercanías de
Roma.
En 1551 se encontró una estatua de mármol en un cementerio de la Vía
Tiburtina que representaba un hombre sentado: en ambos lados del asiento estaba
grabado un ciclo pascual y en la parte anterior figuraban los títulos de
numerosos escritos: era la estatua de Hipólito aplicado a su trabajo.
Correspondía indudablemente al siglo III. Fue colocada en el Museo Laterano: un
registro en la piedra que representaba una tradición perdida.
Obra
La obra de Hipólito es voluminosa y puede compararse en su variedad a la de
Orígenes. La misma englobó las esferas de la exégesis, de la homilética, de la
apologética y polémica, de la Cronología y del derecho canónico. Sus escritos
han llegado hasta nosotros de manera tan fragmentaria que es difícil obtener a
partir de ellos una noción exacta y precisa de su importancia intelectual y
literaria.
En cuanto a sus trabajos de exégesis, los mejor preservados son el
"Comentario sobre el profeta Daniel" y el "Comentario sobre el "Cantar de los
Cantares." Pese a algunas imprecisiones en tipología,1 su exégesis se distingue
por una cierta sobriedad y sentido de proporción.
Es prácticamente imposible evaluar a Hipólito en tanto que predicador por
cuanto las Homilías para la celebración de la Epifanía que figuran con su
nombre, le han sido erróneamente atribuidas.
Escribió obras polémicas en contra de los paganos, los judíos y los
heréticos. La más conocida de estas es la Refutación de todas las herejías, que
llegó a ser conocida bajo el inapropiado título de Philosophumena. De los diez
libros que la componían, el segundo y el tercero se perdieron, el libro primero
fue durante un largo período editado (bajo el título Philosopizumena) entre
escritos de Orígenes, los libros cuarto hasta el décimo fueron descubiertos por
el griego Minoides Mynas, sin el nombre del autor, en un convento en el Monte
Athos en Armenia.
En la actualidad se admite universalmente que la autoría corresponde a
Hipólito y que los los Libros I y IV al X pertenecen a la misma obra.
La importancia atribuida a la obra ha sido sin embargo bastante exagerada:
un examen serio de las fuentes utilizadas para la exposición del Gnosticismo
demuestra que la información suministrada no es siempre fiable.
En lo que respecta a sus trabajos dogmáticos, aquellos que conciernen a
Cristo y al Anticristo nos han llegado de manera completa. Entre otras cosas,
incluyen un relato animado de los eventos precedentes el fin del mundo. Fue
escrito probablemente en la época de los persecuciones de Septimio Severo
(aproximadamente en el año 202).
La influencia de Hipólito se hizo sentir sobre todo en sus trabajos sobre
cronología y derecho canónico.
Su "crónica del mundo", una compilación que abarca el período desde la
creación del mundo hasta el año 234, ha sido una base para muchos otros trabajos
de cronología tanto en el Este como en el Oeste.
En las grandes compilaciones de derecho canónico que tuvieron lugar en el
Este a partir del siglo IV, muchos elementos han sido tomados de los escritos de
Hipólito. Pero la determinación exacta de cuanto es genuino o reelaborado y/o de
lo que le ha sido erróneamente atribuido, está sujeta a controversias,
prácticamente insolubles.
=
Fuente: es.wikipedia.org
El de San Hipólito es un caso especial dentro de la vida de la Iglesia,
pues se trata de un
extravagante personaje que siendo antipapa como fue, subió sin embargo a los
altares, algo posible gracias a su muerte martirial acompañada de la
reconciliación previa.
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