Beato Pio IX, CCLV Papa
Febrero 7
255 -Beato Pio IX (Giovanni M. Mastai-Ferretti): Senigallia; Junio 16 (21), 1846
- February 7, 1878.
Juan María Mastai-Ferretti. Nació en Senigalia. Elegido
el 21-VI-1846, murió el 7-II-1878. Celebró el 21º Año Santo (1875), Proclamó el
dogma de la Inmaculada Concepción de María (1854) y la Infalibilidad Papal
(Durante el Concilio Vaticano I, 1870). Ese mismo año marca el término del poder
temporal de los Papas cuando Roma pasa al Reino de Italia como capital.
Martirologio Romano: En Roma, beato Pío IX, papa, que
proclamó la verdad de Cristo, a quien estaba íntimamente unido, e
instituyó muchas sedes episcopales, promoviendo el culto de la Santísima
Virgen María y convocando el Concilio Vaticano I (1878).
Fecha de beatificación: 3 de septiembre de 2000 por el Papa Juan Pablo II.
Pío IX, en el siglo Giovanni Maria Mastai Ferretti, nació el 13 de mayo
de 1792 en Senigallia. Fué elegido pontífice el 16 de junio de 1846,
suscitando esperanzas en los ambientes patrióticos liberales y
católicos: uno de los primeros actos fue la promulgación de una amnistía
para los prisioneros políticos y consintió algunas reformas en el
Estado Pontificio. En los primeros dos años del pontificado, se ganó el
título de papa liberal, patriótico y reformador.
En abril de 1848, cuando era evidente que la masonería internacional
fomentaba atentados, revoluciones y desórdenes contra el Papado y las
naciones tradicionalmente católicas, Pío IX tomó distancia de las
facciones más radicales de los patriotas italianos. A raiz del
desencadenamiento de motines insurreccionales en Roma, se trasladó a
Gaeta, mientras que en la ciudad eterna se proclamaba poco después, en
1849, la República Romana por parte de Giuseppe Mazzini, Carlo Armellini
e Aurelio Saffi. Las iglesias fueron saqueadas mientras Mazzini se
incautaba de obras de arte, propiedad de la Iglesia, para pagar a la
masonería británica que había anticipado el dinero necesario para tomar
Roma.
Gracias a la intervención de las tropas francesas, la República romana
cayó y el Papa pudo volver a la capital en 1850. Desde entonces, el
Pontífice puso en marcha una política de intransigencia («Non possumus»)
hacia las exigencias del poder laico, convirtiéndose en el adversario
más acérrimo del ala anticlerical de la masonería.
En 1854, proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción y, en el primer
Concilio Vaticano (1869_70), el dogma de la infalibilidad papal. En
1864, promulgó la encíclica «Quanta cura», con el anexo del «Sillabus»,
una lista de enseñanzas prohibidas, con la que la iglesia condenaba los
errores del momento y conceptos liberales e iluministas. Con la llegada
de la unidad de Italia, el último papa_rey se vió desposeido de las
regiones de la Romaña (1859), Umbría, las Marcas (1860) y, en 1870, la
misma Roma, con la conocida toma de Porta Pia, el 20 de septiembre, que
marcó el fin del poder temporal de los papas.
Desde entonces, la masonería italiana celebra su
propia fiesta anual, justamente el 20 de septiembre, en recuerdo de la
victoria contra la Iglesia. Los documentos antimasónicos del Pontificado
de Pío IX son unos 124 y se subdividen en 11 encíclicas, 61 cartas
breves, 33 discursos y alocuciones y documentos de varios dicasterios
eclesiásticos. Según Pío IX, todos los males que se abatieron en aquél
tiempo sobre la Iglesia y sobre la sociedad provenían del ateismo y del
cientismo del siglo XVII, postulado por la masonería y exaltado por la
Revolución Francesa. En la encíclica «Qui pluribus» (9/10/1849), Pio IX
habla de «hombres ligados por una unión nefanda» que corrompen las
costumbres y combaten la fe en Dios y en Cristo postulando el
naturalismo y el racionalismo y, sobre todo, poniendo en marcha el
conflicto entre ciencia y fe. Otro error atribuido a este círculo de
pensadores es el hablar de progreso como un mito y contraponerlo a la
fe.
Ante estas acusaciones precisas, la Masonería reaccionó con un desdén
violento. En primer lugar, convocó un «Anticoncilio masónico, Asamblea
de librepensadores» con la idea de liderar un movimiento internacional
dedicado a combatir sin tregua al Vaticano. Entre los escritos que se
difundieron para esta convocatoria masónica, había uno que decía «El
Anticoncilio quiere luz y verdad, quiere ciencia y razón, no fe ciega,
no fanatismo, no dogmas, no hogueras. La infalibilidad papal es una
herejía. La religión católica romana es una mentira; su reino es un
delito».
En esta situación de beligerancia contínua, Pío IX no perdió el ánimo y
siguió su trabajo para compactar la Iglesia en torno a un principio de
unidad. Atribuyó gran importancia a la espiritualidad popular, a la
relación con los santos, especialmente a María a través del
reconocimiento de las apariciones de La Salette y de Lourdes. Dió
impulso a procesiones, peregrinaciones y todas las formas de piedad
popular. En 1870, inauguró un nuevo modo de elección de obispos y
prelados, elegidos no ya preferentemente entre los notables sino entre
los sacerdotes comunes, allí donde se manifestasen los méritos
pastorales. Su popularidad creció enormemente. Fue obstinado en no
aceptar ningún arreglo con el Estado italiano. Murió el 7 de febrero de
1878, pero la masonería trató de perseguirlo encarnizadamente incluso
tras la muerte. En la noche del 12 al 13 de julio de 1881, su féretro
fue trasladado del Vaticano al cementerio del Verano. La masonería
organizó una manifestación irreverente, con lanzamiento de piedras,
imprecaciones, blasfemias, y canciones vulgares y obscenas, contra el
cortejo fúnebre, que a su vez respondía con la recitación del rosario,
los salmos, el oficio de difuntos y pías jaculatorias.
El culmen de la agresión tuvo lugar cuando el cortejo fúnebre pasó por
el puente Sant´Angelo. Al grito de «¡muerte al Papa, muerte a los
curas!», un grupo de desalmados trató de arrojar el cadáver de Pío IX al
Tíber. Pero los católicos apretaron las filas en torno a los restos
mortales del pontífice y rechazaron el ataque. A la luz de estos
acontecimientos, el reconocimiento de la virtud heroica del nuevo beato
hace justicia a una persona de gran espesor humano y a un gran Papa.
Pio IX fue beatificado el 30 de Septiembre del 2000.
La causa de beatificación de Pío IX fue una de las más largas y
difíciles de la historia de la Iglesia. Fue puesta en marcha por Pío X,
el 11 de febrero de 1907. Relanzada, por Benedicto XV, sin gran éxito, y
también Pío XI animó el proyecto. Tras la segunda guerra mundial, la
instructoría canónica fue reiniciada por Pío XII, el 7 de diciembre de
1954. Con Pablo VI la causa experimentó importantes avances: se completó
la «positio», es decir, la recogida de las actas del proceso canónico,
el análisis de la vida del candidato a la santidad, los interrogatorios
de los testigos y las evaluaciones de los historiadores y de los
teólogos.
El decreto sobre el ejercicio heroico de las virtudes teologales y
cardinales fue promulgado por la Congregación para las Causas de los
Santos, el 6 de julio de 1985, y aprobado por Juan Pablo II. Entre las
virtudes del Pontífice, figuran el amor sin reservas por la iglesia, la
caridad y la gran estima por el sacerdocio y los misioneros. El milagro
atribuido a Pío IX, verificado por la Consulta de médicos el 15 de enero
de 1986, es la curación inexplicable de una religiosa francesa.
Pío IX defendió a los judíos
La campaña contra el Papa Pio IX (1792-1878), alcanzó su colmo con la
protesta del gobierno israelita que expresó a la Santa Sede su más
profundo descontento por la beatificación de Pío IX ("Jerusalem Post", 3
de septiembre 2000). En relidad como lo recordó Mons. Carlo Liberati,
de la Congregación para las Causas de los Santos, en dos entrevistas
acordadas a los diarios italianos "Corriere della Sera" y "Avvenire",
Pío IX fue "el promotor de la liberación de los judíos del ghetto. Hizo
suprimir las labores indignas y humillantes que estaban asignadas a los
judíos. Declaró que no eran ´extranjeros´ y ordenó colocar patrullas
encargadas de protegerlos contra una rebelión popular que explotó
efectivamente contra esta emancipación del ghetto".
En lo que concierne al caso de Edgardo Mortara, el niño judío que, a la
edad de dos años en riesgo de morir fue bautizado por una doméstica
católica y fue luego educado por la Iglesia contra el parecer de sus
padres, Mons. Liberati declaró que "lo que nadie nunca ha querido
recordar, es que cuando Edgardo Mortara llegó a la edad de la
adolescencia, se le dejó libre de regresar a su casa. Pasó un mes con
sus padres pero en seguida decidió quedarse en Roma y hacerse sacerdote.
Una vez sacerdote se reconcilió con sus padres. Edgardo Montara fue uno
de los primeros testigos que se pronunciaron a favor de la
beatificación de Pío IX, haciendo una declaración en el proceso
canónico".
El Papa Pío IX permanece incorrupto
El 4 de abril pasado en Roma, en la cripta de la basílica de San Lorenzo
al Verano, se desarrolló el reconocimiento del cuerpo del venerable Pío
IX que reposa desde el 13 de julio de 1881, tres años después de su
muerte acaecida el 7 de febrero de 1878, en el Vaticano. En la ceremonia
del acto de reconocimiento de los restos mortales de Pío IX estaban
presentes, entre otros, el Postulador de la Causa de Beatificación,
Mons. Bruneno Gherardini, S. Emin. el cardenal Jorge Medina Estévez,
Pref. de la Congregación para el Culto Divino, el Obispo emérito de
Senigallia, Mons. Odo Fusi Pecci, representantes de la Curia Romana,
sacerdotes y religiosas venidos inclusive del extranjero.
"Pío IX - escribió Mons. Carlo Liberati - conservado casi perfectamente
desde el último reconocimiento, hecho bajo Pío XII, del 25 de octubre al
24 de noviembre de 1956, apareció en toda la serenidad de su humanidad
tal como se recuerda en la documentación fotográfica, en la iconografía
tradicional y establecida por la descripción hecha de los textos en las
actas de procedimiento. Si es permitido referirnos a los análisis de
autores y agiógrafos modernos de gran valor, como el inolvidable Piero
Bargellini y el P. Domenico Mondrone s.j., hechas para educar e invitar a
la santidad, podremos definirlo como un hombre dotado de una gran
humanidad y de una impresionante dignidad, hecha aún más significativa
por la serenidad del rostro intacto en la majestad silenciosa de la
muerte" (Mons. Carlo Liberati, La ricognizione dei resti mortali del
venerabile Papa Pio IX en "L´Ossevatore Romano", 9 de abril 2000, p. 4).
=
Fuente: Corazones.org
Jesús, desde el inicio de su vida pública, atrae a muchas personas que se convierten en sus discípulos. Los discípulos lo siguen, quieren escuchar, aprender. Unos serán fieles siempre, otros en un momento dado le darán la espalda. Jesús escoge de entre sus discípulos a los doce apóstoles, a quienes les dará una misión muy importante: Continuar la Misión. San Pedro, la piedra sobre la cual se edifica la Iglesia
No hay comentarios.:
Publicar un comentario